Bernini
No fui Midas Pero ingerí oro, No por codicia, Por estar sólo. Pero ahora maldigo Tu empacho de plomo, Que convierte a ninfa En corredor de fondo. Posando tu laurel Sobre mi cabeza, Negarías la miel A la abeja reina. Así que yo recitaré A cada una de tus ramas, La divina comedia Por juventud eterna.